Renovación de Matrimonios con Cristo

Matrimonio, una idea de Dios

Las palabras de Dios son claras: “no es bueno que el hombre esté solo…” En el proyecto de la creación del hombre, la palabra de Dios nos sugiere que el matrimonio ya era algo definido por Dios. La forma utilizada por Dios en la creación de Eva, siendo ella extraída y formada a partir de una costilla de Adán y las primeras palabras de Adán a Eva “esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada varona, porque del varón fue tomada…” (Génesis 2:23), consolidan la seguridad de que el matrimonio fue y es una idea que nació en el corazón de Dios.

“Y DIJO JEHOVÁ DIOS: NO ES BUENO QUE EL HOMBRE ESTÉ SOLO; LE HARÉ AYUDA IDÓNEA PARA ÉL.” GÉNESIS 2:18

Al proferir las palabras magistrales “esto es ahora hueso de mis huesos…”, Adán definía: Eva, eres parte de mí y yo de ti. Sin ti seré eternamente incompleto; ahora mi felicidad se completará en ti, pues juntos formaremos una sola carne.

Así debería ser. Total armonía, complicidad, unidad y entrega con base en el amor. Nada de desarmonía, incomprensiones, falta de respeto, etc. Sin embargo, el virus del pecado infectó a nuestros primeros padres, llenando sus corrientes sanguíneas de egoísmo. Esta condición ha llegado hasta nosotros.

De acuerdo con la Biblia, todos nacemos con una naturaleza pecaminosa (Romanos 3:23), y a partir de ese momento, el pecado nos ha impedido vivir de acuerdo al plan inicial (perfecta armonía, unidad, complicidad y entrega con base en el amor) tanto en el aspecto de la relación de pareja como en el ámbito personal.

Es bueno que entendamos que, si el problema del pecado no es resuelto, hasta nuestros mejores esfuerzos para construir un matrimonio exitoso acabarán en fracaso. Esto pasa porque no hay cómo escapar del resultado del pecado: esclavitud a nuestros peores impulsos, y por fin la muerte (Romanos 6:23). Pero, felizmente existe una salida. ¡Jesucristo fue uno como nosotros, asumió nuestra naturaleza y nuestra culpa! Pagó el precio por nuestro pecado al morir en la cruz. Y ahora, a través de su resurrección milagrosa, está más que capacitado para comprender nuestras luchas, perdonar nuestros pecados, transformar nuestras vidas y darnos vida eterna.

Podemos aproximarnos a Jesús ahora, por la fe, y recibiremos estos maravillosos regalos que nos son otorgados. En el proceso de recibir todas estas bendiciones, nuestra parte, según Pablo en Romanos 10:9, es muy sencilla: “sí confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.”

Si ustedes ya hicieron esta confesión y entrega, ¡Felicitaciones! Aun así, les invito a renovarla y repetirla conmigo; y si todavía no lo hicieron, este es el gran momento de sus vidas. Repitan conmigo ahora. ¿Qué están esperando? ¡Es en serio! Vamos a hacerlo juntos: “Señor Jesús, en este primer día de la jornada, decido entregar totalmente mi corazón y mi vida a ti. Elijo que seas el Salvador y Señor de mi vida. En este proceso entrego también mi matrimonio en tus manos y lo hago de todo corazón y con mucha alegría, en el nombre de Jesús. Amén.”

¡Felicitaciones! ¡Felicitaciones! Salgan ahora a enfrentar las luchas de este día recordando que su matrimonio, su familia y ustedes, ahora más que nunca, pertenecen a Jesús.


Entre Nosotros

  • ¿Qué tal si le da un fuerte abrazo y un beso cariñoso a su compañero(a) y lo felicita por su importante decisión?
  • Ahora, uno de los dos, o los dos juntos, oren agradeciendo a Dios por su perdón y por la salvación que les ha brindado.

Pensamiento del día


“Cuando buscamos a Jesús en primer lugar, las cosas que deseamos llegarán a nosotros.”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *